Bittersweet ❁ Capítulo 2

mollie

Disclaimer: Ningún integrante de SHINee me pertenece.

Nota de autora: Iba a publicar mañana porque ahora ya es algo tarde pero mejor decidí dejarlo como lectura nocturna para aquellas que gusten leer porque no podía esperar más. Mil disculpas por la tardanza, tuve ciertos problemas personales y el debut de Jonghyun me dejó mal, me sigo recuperando (maldito enano) pero ¡aquí está el capítulo por fin! Gracias por los comentarios en el primero,  ¡espero que sigan disfrutando de esta historia!

CAPÍTULO 2

—¿Dónde está?

—Atrás, Kibum—responde Jinki, con ese tono tranquilizador tan característico suyo—. Tan pronto como dejó de llorar se quedó dormida.

—¿Estaba llorando? ¿Por qué?

El mayor se encoge de hombros.

—Sollozó un montón de cosas, la mayoría en español… creo.

—Fue como de película, hyung —interviene Taemin—, de esas en las que una loca se escapa del manicomio y está perdida en la gran ciudad sin ningún lugar en dónde refugiarse.

Jinki se encarga de darle el segundo codazo de la tarde.

—Me alegra que hayas estado aquí, Onew— agradece Kibum, aunque fulminando al menor con la mirada—. Es obvio que los sentimientos de las damas se te dan mejor a ti.

Los sentimientos de la gente en general. Él siempre se encarga de los ebrios dramáticos. Es bueno apaciguando las aguas cuando los clientes ahogan sus penas en alcohol, aunque una sobria desconocida seguro fue terreno nuevo para él, sobre todo tratándose de una extranjera.

Pero nada que la encantadora personalidad de Lee Jinki no pueda manejar.

—Está bien, Key—sonríe, siguiendo el juego de los apodos amistosos—, ya sé que soy tu ángel de la guarda.

Kibum deja a sus amigos seguir con su labor para encaminarse al cuartito de descanso. Abre la puerta de par en par y, tal como le dijeron los muchachos, la chica está perdidamente dormida en el sofá.

La foto que Paula le proporcionó para mayor referencia en cuanto al aspecto de su hermana, había sido tomada en una fiesta tres años atrás, y la Marian que aparece ahí llevaba el cabello lacio y largo, maquillaje de noche y un precioso vestido rojo. En cambio, la Marian frente a sus ojos trae apenas un poco de delineador (ya arruinado), el cabello ondulado y corto hasta los hombros. Parecían dos seres humanos diferentes. ¿¡Cómo se supone que iba a reconocerla con eso!?

Suspira y decide dejar de preocuparse por cosas como esa. Ya todo da igual, lo importante es que ella está bajo su supervisión, sana y salva. Puede ir a dejarla a casa y conservar su perfecta cabellera intacta.

Antes de despertarla, la analiza con más detenimiento. El rastro de lágrimas todavía es visible, sobre todo gracias al delineador negro corrido, y sus párpados gritan cansancio. De repente no se cree capaz de sacarla de las cómodas tierras de Morfeo cuando le invade un sentimiento entre ternura y lástima que le dice que lo mejor es permitirle descansar un poco más.

Pero la séptima llamada de Paula que entra en ese momento le dice que lo mejor es llevársela de allí lo más pronto posible si quiere salvar su pellejo después de tantas mentiras.

— Marian— le susurra, ignorando su móvil que vibra insistentemente—. Marian, despierta ya…

Tarda unos segundos en reaccionar. Cuando abre los ojos el desconcierto en su expresión es evidente, como si hubiera olvidado dónde cayó dormida y esparara encontrarse en otro lugar.

O tal vez tenía algo que ver con el desconocido que la observa de cerca y fijamente.

Marian, basándose en lo poco que había hablado con Paula, supone que ese debe ser su amigo Ki-noséquémás.

 

“…y tiene un aspecto… glamoroso, la mayoría de las veces.”

 

“Mi felino y amanerado amigo irá a por ti.”

 

“…bueno, la verdad, yo aún no estoy segura de su inclinación sexual.”

Todo eso le encaja a la perfección al joven que tiene en frente;

Cabello teñido de rubio con rosa en el flequillo.

Perforaciones en ambas orejas.

Y unos muy cortos shorts de mezclilla.

De verdad muy cortos.

Se crea un silencio incómodo en la habitación. Él está por romperlo, pero Marian se le adelanta.

—Tú debes ser Kim Hyun Joon— le dice mientras se incorpora, a modo de saludo.

—Es Kim Kibum, Marian— aunque sea una pizca, se le nota la indignación en su tono de voz al responder.

Rayos. Marian estaba segura que le había atinado al nombre.

—Bueno, tal vez si hubieras ido por mí al aeropuerto nos hubieramos podido presentar más formalmente…

—Hablamos en el auto. Vámonos ya— le interrumpe. La toma por los hombros y la guía de prisa por el establecimiento hasta la salida. Apenas le permite tomar sus pertenencias.

¡Pero qué falta de respeto! ¿Qué no se da cuenta que está tratando de argumentar y echarle en cara el horrible día que había tenido gracias a su desconsideración?

Cuando llegan al estacionamiento parte de su enojo se desvanece al ver, entre todos esos autos elegantes y deportivos, el de Kim Kibum: un carrito eléctrico Kia Soul EV color menta. Tiene que morderse el interior de la mejilla para no reír. Qué hombre gay tan adorable. Además, la prisa que lleva no le quita lo caballero porque le abre la puerta del copiloto antes de subirse él y ponerse en marcha.

Marian tiene ganas de pincharle las mejillas. Tan lindo.

—Ahora sí, ¿puedes explicarme por qué rayos desapareciste del aeropuerto?— exige saber, molesto. Le dedica un ceño fruncido sin mirarla, concentrado en la carretera—. Te estuve buscando por toda la ciudad, ¿tienes idea de todos los problemas que causaste?

Bien, todavía quería pincharle esos pómulos marcados pero ahora sólo para arrancárselos de un tirón.

—¿Desaparecer del aeropuerto? Después de una hora y no sé cuánto más de estar esperándote ¿Qué querías que hiciera?—replica, cruzándose de brazos con indignación.

—Oh, por favor. Llegué veinte minutos tarde y me quedé otros cuarenta minutos buscándote por todo el piso 2 y hasta más ¿¡Tienes idea de qué tan grande es ese aeropuerto!?

—¿Piso 2? ¿Qué iba a estar haciendo yo en el piso 2 si quedamos que estaría en la cafetería del piso 1?

Key aprovecha la luz roja para sacar su celular y abrir el mensaje de Kakao Talk con la evidencia de que él tiene la raz…

—¿Podemos mantener esto entre nosotros?—le pide en un murmullo, casi un gruñido—No quiero que Paula se preocupe.

Marian sonríe con suficiencia y se arrellana en el asiento.

—Está bien. Este será nuestro secreto, Kyuhyun.

—Es Kibum—le corrige de nuevo, irritado—Puedes decirle que nos detuvimos a comprar una medicina. Con la cara que traes, no será difícil creer que estás enferma.

Ella lo mira indignada antes de abrir el espejito del parasol. Al verse encuentra el horror: trae el delineador negro por toda la cara. Discretamente saca un pañuelo de su bolso y le pone algo de saliva para frotárselo en la piel. Es eso o gel antibacterial.

—Te faltó un poco en la barbilla—apunta él con una socarronería que sólo molesta más a Marian.

—Y yo que me había alegrado de conocer a un amigo gay—murmura cabreada en voz baja, pero Kibum alcanza a escuchar a la perfección.

Frena el auto de golpe por reacción involuntaria y gira el rostro para apuñalarla con la mirada mientras todos los colores se le suben al rostro. Ella se muerde el labio, dándose cuenta del error que había cometido.

—Perdón—se disculpa sinceramente, encogiéndose en su asiento—entiendo que sea difícil para ti que te señalen de esa forma en esta clase de sociedad.

—Pero yo no…

—No te preocupes. Guardaré el secreto si es que así lo deseas—le coloca una mano en el hombro como símbolo de apoyo—Sólo quiero que sepas que yo te acepto. Después de todos los buenos amigos de mi hermana son mis amigos también. ¡Y creo que los amigos gays son los mejores!

—Marian Salvatore, yo no soy homosexual—espeta, remarcando cada palabra para que le quede bien claro.

—Claro que no, Kibum, claro que no—dice en tono condescendiente y dulce, acariciándole el hombro un par de veces.

Key la ignora y se concentra en el camino de nuevo. No tiene palabras, ¿quién rayos se cree ella para andar decidiendo la orientación sexual de personas que acaba de conocer? ¿Y quién demonios le dio esa idea?

Oprime un poco más el acelerador. Entre más rápido llegue más rápido se librará de esa chica loca.

Por su lado, Marian se siente algo avergonzada. Ha incomodado a Kibum cuando sólo trataba de empatizar y comenzar de nuevo, llevarse bien. Debió haber tomado en cuenta que el ser gay todavía no es algo que se declare abiertamente en esa sociedad de pensamiento tan cerrado.

Quiere romper el hielo y aligerar la tensión en el ambiente después de la pasada conversación, pero no se le ocurre nada. No quiere mencionar el clima, eso se vería desesperado y estúpido, así que decide señalar algo más en Kibum que no sea su obvia homosexualidad.

—¿Cómo te hiciste esa cicatriz?—pregunta, señalando la marca que tiene en su ceja.

—Me caí sobre una maceta cuando era pequeño—se limita a decir, inexpresivo.

—Yo me quemé una vez en la cintura y la cicatriz me quedó en forma de periquito ¿quieres verla?—propone en tono animado, ya levantándose un poco la blusa.

—Estoy manejando, Salvatore—responde cortante.

Marian hace un puchero y se cruza de brazos. Vaya.

¡Tener un amigo gay no estaba resultando para nada divertido!

Cuando por fin llegan al edificio departamental ya ha oscurecido. Marian se siente aliviada de librarse de ese aire tan pesado y sofocante cuando baja del auto. Kibum la ayuda a subir sus maletas de mala gana, porque el estar echando humo por las orejas no le quita lo caballero tampoco.

Marian se queda estática frente a la puerta sin saber qué hacer, hasta que Kibum le recuerda con fastidio que tiene que tocar el timbre para que se enteren de que ya llegó. Oprime el botón con un nudo en el estómago; no ha visto a su hermana desde hace dos años y la última vez que intercambiaron miradas fueron furiosas y con lágrimas en los ojos.

Lo peor es que todo había sido culpa suya.

—Hermana.

Apenas se abre la puerta Paula ya se ha lanzado al cuello de su hermana para darle un abrazo con la fuerza de los mil que no se dieron en todo ese tiempo lejos. Marian se lo devuelve multiplicado por cuatro, tratando de no llorar.

—Perdóname.

—No tengo nada qué perdonarte. ¡Me alegra tanto que estés aquí ya!—se separa y la toma por los hombros—¡Se tardaron horas!

—Te dije que el tráfico estaba muy pesado, además tuvimos que pasar a comprar algunas cosas que Marian necesitaba—interviene Kibum. Marian asiente efusivamente—. He cumplido, ahora si me disculpan…

El tonito de mala gana no pasa desapercibido para ninguna de las dos chicas. Paula le detiene del brazo.

—¿Todo bien, Kibum?

—Todo perfecto—farfulla sin siquiera mirarla.

—Uh, de acuerdo—lo suelta, nada convencida—gracias por pasar por mi hermana.

—De nada. Hablamos luego. Adiós.

Antes de que logre preguntarle qué rayos le pasa le cierra la puerta en las narices. Marian se mueve rápidamente sus maletas hasta la sala, tratando de evadir cualquier cuestionamiento sobre el chico.

Pero Paula bien sabe que su hermana puede ser algo boquisuelta.

—¿Pasó algo en el trayecto para acá, hermanita? ¿Sabes por qué Kibum está tan molesto?

—No tengo idea— se encoge de hombros —. Yo no he hecho nada.

El arte del mentir no se le da para nada bien.

—Marian…— le insiste.

—De acuerdo, de acuerdo, tal vez se molestó un poquitín porque le he llamado gay. Al parecer todavía es de esos que no logran aceptarlo y…

—¿¡Que le dijiste qué!?

—¿Tiene algo de malo? Así como yo soy orgullosamente heterosexual él debería aceptar su homosexualidad, no tiene nada de malo.

—¡Pero te dije que no estaba segura!

—¡Oh, vamos, Pau, es cosa de verle! ¿Viste esos shorts? ¿Y su cabello rosa? ¿Viste su ropa? ¡Tú lo conoces mejor que yo!

—Te dije que no estaba segura de nada, Marian — suelta un suspiro pesado —. Ya, no importa, de todos modos. ¿Cómo te fue en el vue…

Marian la interrumpe colgándosele del cuello. Ahora que la vuelve a ver, se ha dado cuenta de lo mucho que la ha extrañado.

—Te quiero.

Paula suelta una risita.

—Yo te quiero más.

Y ahora que su estómago le gruñe de esa manera, se ha dado cuenta de lo mucho que extraña sus patatas asadas.

Alimeeeeeeentame.

—Ya te habías tardado en pedírmelo, niña gorda.

EL BLOG CAMBIÓ DE SITIO, ENCUENTRA EL CAPÍTULO 3 EN ADELANTE AQUÍ. 

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3 comentarios en “Bittersweet ❁ Capítulo 2

  1. Ay, ay, ay… ¡lo amo! ¡Y cómo me he reído! «Claro que no, Kibum, claro que no» hadajsashdashasd ❤ Me ha caído tan bien Marian, adoro su forma de ser.
    ¿Qué cosa con esas dos hermanas, no? Ahora Kibum tendrá que lidiar con el
    apellido Salvatore por partida doble. Bueno, con una Salvatore más que con otra.
    ¿Te he dicho ya que amo tu forma de narrar? ¿No? Pues la amo ❤
    Estaré ansiosa esperando el siguiente capítulo, gracias por avisarme. Ah, una pregunta…
    las patatas asadas… supongo que son lo mismo que las papitas fritas, ¿o no? Si es así… creo que nuestras mentes de Salvatore ficticias se comunican de alguna manera… dentro de unos meses sabrás por qué haha. ¡Un abrazo!

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    • Gracias Pau ♡ me hace feliz que te guste la historia y te haga reír y mi forma de escribir ; U ; ¿comunicadas? ¿meses? ¿MESES? ¿Por qué me spoileas si me vas a hacer esperar siglos? Eres la hermana mala. Pero está bien. De todos modos te quiero. Esperaré [im]pacientemente.
      ¡Un abrazote!

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