Lección aprendida {Oneshot} {Capítulo único} {Pedido}

Lección aprendida by CeCe. (c) Poster por CeCe
Kiseop & Jaeseop | Oneshot | Yaoi | +17 | Romance.
Advertencias: Lemon.
Disclaimer: U-Kiss no me pertence. La historia fue gracias a las ideas de NiiKiss.
Nota de autor: Pues nada, merezco sape y chanclazo. Quedé de subirlo desde el viernes, pero ese día terminé hecha puré, y luego el sábado estuve en casa de mi abuela y bueno, no hay internet allá. En fin~ no me dejaban subirlo. Si les gustó dejen sus comentarios, ya saben que recibo desde tomatazos hasta dulces y demás.  Niii!! espero que te guste ^-^)/

—¿Crees poder ayudarle? —preguntó el manager mientras acomodaba los papeles y documentos importantes para el siguiente Comeback.

—Sí, haré todo lo posible para ayudarle —contesté mientras me estiraba.

—Gracias —terminó de recoger y estaba a punto de marcharse cuando volteó —¿Podrías hacerme otro favor?

—Claro, ¿cuál?

—¿Podrías llevarlo a su casa terminando las lecciones? Su auto se descompuso y yo lo tenía que llevar pero tengo que dejar esto.

—No hay problema hyung, tú ve tranquilo.

—Gracias.

Se veía bastante presionado, y eso que apenas estaba empezando a arreglar lo de nuestro regreso. Me estiré un poco, me sentía un poco fastidiado de haber pasado todo el día aquí, en ésta habitación sin nada más que revisar papeles, letras, vídeos y … nada más.

—¿Qué haces? —de la nada llegó Eli que entró como si nada.

—Estirándome —contesté su pregunta. Él se sentó a mi lado —¿ensayaron? —pregunté.

—Sí, fue horrible, Kevin se equivocó bastante hoy —hizo su cabeza hacía atrás, recargándola.

—Pero así lo quieres —dije mientras reía por lo bajo, sentí un golpe propinado por su parte —¿qué? Es la verdad, así andas con él, con sus días torpes y todo.

—Si Kevin te escucha seguro te deja de hablar por unos días.

—Lo sé —ambos reímos por la complicidad. Ambos nos entendíamos bastante bien, éramos grandes amigos —. ¿Y Kiseop?

—Fue a darse un baño, creo que tendrá clases privadas o algo así, no entendí al manager muy bien —se encogió de hombros y luego volteo a verme con una sonrisa amplia. Él sabía sobre mi interés sobre
Kiseop, incluso me había ayudado a pasar tiempo a solas con él.

—Le daré lecciones de canto —mencioné mientras él se inclinaba y reía más fuerte.

—Lo sabía, hoy será el día —dijo en tono de burla. Yo simplemente me limité a mirarlo y sonreír. La verdad es que me sentía nervioso y ansioso por hoy, y más porque iría a dejarlo hasta su casa. Habían sido pocas ocasiones en las que había ido,  y en cada una de ellas siempre lo había dejado en la entrada.

—Calla —le dije mientras volteaba a ver hacia la puerta. Esperaba a que él entrara, pero no era así.

—Ve ya, él no tardará mucho, seguro te verá en la sala de practica —me golpeó el brazo —no te pongas nervioso, recuerda nuestra última conversación.

—¿Sobre cómo evitas que Kevin te quite las donas y tus RedBull?

—No, esa no, la anterior.

—¿Seguro? ¿Ahora me darás clases sobre cómo tener relaciones sexuales ?

—Sin que nadie se entere —puntualizó y rodé los ojos.

—¡Vaya! Claro, tú y Kevin son los amos de la discreción sobre todo cuando están en los dormitorios. “¡Sí, Eli!”, ¡Ahí Eli!.

—Soy potente, ¿qué quieres que haga?

—¡Ja! —me burlé de él. Ambos nos reímos a carcajadas.

—Estoy seguro que después comprenderás la situación —levantó las cejas una y otra vez mientras se
levantaba —Bueno, te dejo, tengo que ir a dejar a Kevin.

—¿Toque de queda?

—Su hermana.

—Vaya, bueno pero al menos lo tendrás mañana todo el día.

—Y a su mamá, quiere que vayamos a comer o algo así.

—Es bueno que pases tiempo con la familia.

—Ya te veré así Jaeseop, ya te veré así.

—Talvez —Eli se despidió agitando la mano y salió de la habitación.

Me sentía raro, sí, seguro era porque estaría buen rato con Kiseop, y tal vez tendría que concentrarme en las lecciones de hoy, pero cómo hacerlo cuando cada vez que lo veo me distraigo, simplemente no puedo pensar en otra cosa que no sea él o su sonrisa, o en aquella mirada…

Agité la cabeza, tenía que concentrarme y tenía que ayudarle. Al principio creía que el manager le pediría a Hoon o a Soohyun el favor, de verdad que no creía que me lo hubiese pedido a mí. Estaba fascinado con el favor.

Me levanté perezosamente, tenía que bajar dos pisos para ir a la sala de practica, allá estaba el piano de cola negra. Así que empecé a recoger mis cosas y a guardarlas en mi mochila, hojas sueltas, algunas libretas y algunos demos que teníamos sobre la mesa para escucharlos, pero entre tanta cosa no nos había dado mucho tiempo.

Una vez teniendo todo en orden me dispuse a ir a la sala de practicas; salí de la habitación y cerré al salir, ya casi no había nadie. Miré mi reloj de mano, eran las siete de la noche, algo raro ya que por lo regular había más personal a esa hora, pero suponía que no siempre tenía que ser así. Tomé el elevador y no tardé ni cinco minutos en llegar. Las luces estaban apagadas: todavía no llegaba.  Abrí y entré, buscando a tientas el botón para encender las luces.

El salón era amplio; el piso de madera, especial para las practicas de baile, de frente estaban los espejos que adornaban sólo la mitad de la pared, dejando la otra mitad libre con un tablón para colgar los anuncios y demás avisos importantes. Del lado derecho, junto al tablón estaba el sofá color naranja donde todos llegábamos a descansar.  Del lado izquierdo muy cerca de donde yo estaba, se encontraba el hermoso piano negro, deslumbrante.

—¿Llego tarde? —de inmediato reconocí la voz de Kiseop; me giré un poco y lo vi con la respiración agitada, al parecer había corrido.

—No, llegas justo a tiempo —le dije serio.

—¿Tú me darás las lecciones? —preguntó sorprendido  al ver que no había nadie más.

—Sí, ¿te incómoda? —pregunté.

—No, no es eso, es que creí que sería algún profesor o alguien mayor —se encogió de hombros. Estaba nervioso, se le veía en su rostro. Ese rostro tan hermoso.

—Entonces crees que no soy lo suficientemente bueno —sentencié mientras entraba y dejaba mis cosas cerca de la puerta.

—No, Jaeseop, no quise decir eso es que… hay bueno, déjalo así  —se dio por vencido. Entró y cerré la puerta colocando el seguro sin que Kiseop se diera cuenta, no iba a dejar que nadie nos interrumpiera.

—Entiendo, no pasa nada, sólo jugaba —me reí un poco para liberar tensión, entonces Kiseop sonrió. Adoraba verlo cómodo, tranquilo —. ¿Quieres calentar?

—Tú eres el profesor ahora, tú dime.

—Entonces vamos —lo tomé de la mano y lo llevé conmigo al piano.  Lo hice que se sentara conmigo, él se quedo quieto, parecía que estaba pensando algo porque de inmediato bajó la vista.  Solté su mano y empecé a tocar el piano; una melodía lenta y suave.

Le indiqué a Kiseop el tono y él me siguió, así estuvimos calentando unos minutos hasta que sentí que ya estaba listo para empezar con las notas más altas, lo cual, era su punto débil, o al menos eso creían. El problema con su voz es que él tiene miedo a cantar en todas altas, talvez era porque realmente tenía miedo de fallar.

En varias ocasiones tuve que alentar a Kiseop a entonar la siguiente escala, ya que simplemente se quedaba callado. Era tímido sí, aunque en el escenario a veces pareciera lo contrario. Detrás de las cámaras y de la gente, era la persona más tímida y tranquila de este planeta, o lo era para mí.  En ocasiones creía que yo exageraba algunas cosas de Kiseop.

—¿Qué es lo que te aterra? —le pregunté deteniendo mis movimientos.

—Yo… —Kiseop bajó la vista de nuevo. Yo tomé sus manos y él levantó la mirada para verme —creo que no soy capaz de llegar a esos tonos —su voz sonaba pagada.

—Eres lo suficientemente bueno como para llegar a esos tonos, sólo necesitas confianza y practicar más —le dije convencido. Él sonrió levemente y luego bajó la mirada.

—Gracias, siempre estás animándome — susurró. Rió levemente y vi como sus mejillas se sonrojaron un poco, entonces me atreví a abrazarlo.

Kiseop me rodeó con sus brazos, correspondiéndome el abrazo. Era tan cálido. ¿Por qué no lo abrazaba más? Siempre lo tenía cerca y en cada ocasión lo dejaba ir a brazos de Hoon.  Talvez porque tenía miedo de que él me rechazara, o simplemente porque prefería verlo desde mi lugar.  Yo sé que esas no eran excusas válidas.

—Me gustas más cuando me abrazas que cuando me molestas —declaró Kiseop provocando que me sorprendiera.

—¿Te gusto más? —me separé un poco y vi como sus mejillas se llenaban de color.

—Yo… quise decir que — su titubeo me lo dijo todo.

Lo tomé de la barbilla y lo acerqué a mí, juntando nuestros labios. Creí por unos segundos que él se opondría pero no fue así, simplemente dejó que sus labios se movieran a mí paso, sintiendo su suavidad y la sedosidad de su boca. El beso se intensificó mientras nuestras respiraciones se agitaban, nos faltaba oxígeno.

Me separé de él sólo para ver su brillo en sus ojos, sus mejillas seguían con ese tono rosado y sus labios ahora estaban rojos.  Jalamos aire y nos miramos a los ojos. No cambiaría nada, lo tenía todo. Kiseop se acercó más y yo le seguí, nos volvimos a besar.

Sus labios eran maravillosos, al igual que él. Lo tomé de la cadera y lo jalé hacía mí, haciendo que él se levantara y lo acerqué más para que se sentara sobre mí. Él colocó sus piernas a los lados. Sin dejar de besarnos. Empecé a quitarle la chamarra blanca, después la sudadera del mismo color. Sonrió picadamente al llegar a su playera, entonces deslicé mi mano debajo de la tela para sentir su piel de porcelana.

—AJ —susurró a mi oído al sentir mi caricia. De verdad era tan tersa, tan delicada su piel…

Besé su mejilla, su cuello.

Le quité la playera, él se sonrojó más, acaricié sus mejillas para luego acercarlo más a mí y besarlo. Entonces sentí como él empezaba a hacer lo mismo que yo había hecho hace unos instantes; sin dejar de besarme empezó a quitarme la chamarra, luego el chaleco y la playera. Sus manos subían por mi pecho. Besé su cuello, dejando pequeños besos húmedos por su piel, recorriendo su pecho con mis labios. Podía escuchar como Kiseop se trataba de contener-

—No te contengas —le dije mientras lamía su pecho y mis manos bajaban hasta su pantalón, él suspiró cuando yo bajé el cierre del pantalón.

Él paso sus manos por mi cabello, enredando sus dedos y tirando suavemente, eso provocó que yo inclinará mi cabeza hacía atrás, luego él posó sus labios sobre los míos.  Pasé mi mano sobre la tela, sintiendo un bulto bajo la misma, sonreí mientras sentía como Kiseop suspiraba en mi labios. Simplemente era delicioso.

Hice que se levantara y yo hice lo mismo, tomé la orilla de su pantalón y lo bajé sin demora al igual que la ropa interior. Me quedé ahí, abajo, tomé su miembro con mi mano y Kiseop gimió ante el tacto, empecé a mover mi mano, haciendo que él gimiera cada vez más fuerte.

—Por favor —susurró entre gemidos.

—Por favor ¿qué?

—No juegues —me pidió.

Me levanté y lo tomé de la nuca para besarlo, lo tomé de los glúteos y lo cargué. Subiéndolo al piano, Kiseop respingó al sentir el frío sobre su piel, pero no dijo nada. Terminé de quitarme los pantalones y los boxers. Subí con él, acomodándome, sintiendo como nuestros cuerpos desnudos se tocaban.

Kiseop mordió mi cuello cuando deslicé mi mano por la parte baja, acariciando todo de él,  lentamente introduje un dedo, moviéndolo lentamente escuchando sus suspiros y sus gemidos.  Su cadera empezaba a moverse al ritmo que le marcaba, y sin dejar de atender sus labios introduje un segundo dedo, esta vez el gimió un poco más fuerte.
—Si duele me detendré —le dije incorporándome un poco para ver su rostro.

—No, no te detengas —susurró para luego verme a los ojos.

Besé su frente, su nariz, sus mejillas hasta llegar a sus labios. Sus caderas volvieron a moverse, lo cual me decía que ya lo estaba disfrutando, entonces me atreví con un tercero, está vez lo hice más despacio, dando tiempo para que se acostumbrara. Kiseop mordió mi lóbulo de la oreja izquierda, provocándome que gimiera.

—Hazlo —gimió a mí oído.

Juro que me estaba llevando al paraíso sólo con su voz, con aquella hermosa voz de ángel. Saqué los dedos y recorrí sus piernas lentamente, Kiseop suspiraba mientras yo besaba su cuello mientras me acomoda. Tomé mi miembro y entré en él suavemente, lo suficiente como para que Kiseop pudiera acostumbrarse a mí. No dejé de besarlo, para distraerlo un poco, sus manos fueron directo a mi espalda, clavando sus uñas en mi piel.

Después de unos segundos empecé a entrar, Kiseop arqueó la espalda cuando estuve dentro de él, nuestras respiraciones estaban completamente aceleradas, poco a poco empezaban a aparecer perlas de sudor que recorrían nuestros cuerpos.  Él movió sus caderas, y yo suspiré al sentir aquel movimiento.

Empecé lento, despacio, tomando sus caderas mientras entraba y salía de él. Kiseop gemía en mis labios mientras que sus manos subían y bajaban por mi espalda, de vez en vez sentía como enterraba las uñas. De momento no había dolor, solo placer, y al escucharlo gemir así, sabía que él también lo estaba disfrutando.  Los movimientos fueron acelerando más y más, podía sentir como llegaban esos espasmos de placer.

Mordí su hombro al sentir como poco a poco me acercaba al clímax, y entonces Kiseop llegó primero, sentí su esencia sobre vientre, vi como sus mejillas se llenaba de nuevo de ese color rosa tenue. Su cuerpo se relajó más, pero no dejó de abrazarme. Entonces me corrí dentro de él, alcanzando el placer con él.

Ambos respirábamos pesadamente,  yo salí de él y me recosté en su pecho. No teníamos que irnos, no aún. No había prisa ni apuración, sólo el placer de estar ahí, juntos.

—Se supone que debía preguntarte primero antes de hacerte mío —levanté la vista para mirarlo a los ojos —¿quieres ser mi novio?

—No importa el orden de los sucesos, siempre y cuando los viva contigo.

—¿Tomo eso como un sí? —Kiseop me besó la frente y asintió.